Cómo la Generación Z está revolucionando el packaging gastronómico
Del minimalismo al color: la nueva era del packaging gastronómico
El fin del minimalismo aburrido en el packaging gastronómico
Durante años, el minimalismo dominó el diseño de envases en la hostelería. Etiquetas blancas, tipografías finas y una estética impoluta eran sinónimo de sofisticación. Pero llegó la Generación Z y dijo: “esto es demasiado frío, dame algo con más personalidad”.
Hoy, el packaging gastronómico está evolucionando hacia un estilo más audaz, con más color, más contraste y más identidad. Pero, ojo, no se trata de un caos visual: es un equilibrio entre el impacto y la claridad.
Del minimalismo al “maximalismo con cabeza”
Lo que estamos viendo no es el regreso de lo recargado y caótico de los 90, sino una versión estratégicamente atrevida. Las marcas que están entendiendo esta tendencia no llenan sus envases de elementos al azar, sino que juegan con colores vibrantes, tipografías potentes y gráficos con historia, sin perder la legibilidad ni la funcionalidad del empaque.
¿Qué define este nuevo packaging gastronómico?
Colores llamativos, pero bien estructurados: tonos pastel combinados con neón, contrastes inteligentes y paletas que destacan en los estantes.
Tipografías con presencia: se acabaron las fuentes finitas y elegantes; ahora manda lo bold, lo geométrico y lo que se lee bien de lejos.
Diseño con storytelling: el envase ya no solo informa, sino que cuenta una historia, refuerza valores de marca y conecta con la audiencia.
Funcionalidad y sostenibilidad: la estética importa, pero el empaque también debe ser reciclable, reutilizable o biodegradable.
Porque buscan marcas con alma. No quieren un envase bonito sin contexto; quieren que les hables, que les provoques, que los hagas parte de una comunidad. Y, sobre todo, quieren un packaging instagrameable que sirva para algo más que envolver un producto.
Factores clave que impulsan esta tendencia:
Conexión emocional: los envases con más color y diseño generan una respuesta sensorial más fuerte.
Impacto en redes sociales: si tu packaging no da ganas de hacerle una foto, está perdiendo una oportunidad de marketing gratis.
Sostenibilidad con estilo: no solo importa que el envase sea reciclable, sino que luzca bien haciéndolo.
Ejemplos de marcas que lo están haciendo bien
Algunas marcas han entendido el cambio y han sabido adaptarse:
Tony’s Chocolonely: colores vibrantes, mensajes potentes y un diseño que grita activismo.
Oatly: tipografías atrevidas, frases irreverentes y un tono de comunicación que rompe moldes.
Marcas de cafés de especialidad: muchas están dejando atrás el diseño tradicional y apostando por etiquetas con patrones gráficos llamativos y combinaciones de colores únicas.
Cómo aplicar esta tendencia sin que tu marca pierda su esencia
Pasarse al lado colorido de la fuerza no significa tirar por la borda la identidad de tu marca. Aquí algunas claves:
Usa colores estratégicamente: no se trata de llenar el empaque de tonos chillones sin sentido, sino de encontrar una paleta que comunique tu mensaje.
No descuides la tipografía: una buena fuente hace la diferencia entre un diseño impactante y un desastre visual.
Juega con el contraste: combina texturas, ilustraciones y elementos gráficos para que el packaging sea dinámico, pero sin ruido innecesario.
Recuerda que menos es más (pero no demasiado): encuentra el punto intermedio entre sobriedad y expresión.
El packaging ya no es solo un envoltorio, es una experiencia
Las marcas gastronómicas que quieran conectar con las nuevas generaciones deben abandonar los envases planos y apostar por diseños con más vida, más intención y más conexión emocional.
El packaging ya no es solo un medio para proteger el producto; es una herramienta de marketing, de identidad y de engagement. Así que, si aún crees que lo neutro es la única manera de comunicar elegancia, es hora de subirle el volumen al diseño.